sábado, 28 de febrero de 2009

"¿y qué vas a hacer, uno se cansa de correr?"

Seguir, caminar, un pie, luego el otro y continuar la operación hasta no dar más. Pero cómo empezar, por dónde, hacia dónde, no veía nada con claridad o, en realidad, lo veía todo con absoluta claridad y allí radicaba el mayor de los problemas. Sí, lo sabía, el camino no bifurcaba, una línea recta rodeada de flechas que lo señalaban, una ironía trágica pensó, no hay dónde huir, no hay dónde esconderse y ahora que lo pienso a ella nunca le gustaron las escondidas. Sí, lo sabía, lo supo antes y lo sabiá ahora. No te derrumbes, no te marchites, sólo es un momento, tomar aire y dejar de abrazar ilusiones, regresar los talones al suelo y clavarlos hondo, oir el silencio, aunque duela, oirlo y llorarlo. Lo sabés, nadie pelea por vos, nadie habla por vos, no pueden, aunque quisieran, no pueden, no podrían, tirate el salvavidas, tiralo con fuerza y con bronca pero no te corras. Ya va siendo hora, es un momento, es llenar los pulmones y andar, seguir, respirar. Va a pasar, te vas a sacudir, el puente se tambalea pero la otra orilla está cerca, más de lo que ella piensa, y ya es hora, aunque no quiera sabe que es hora, no hay conjuro que detenga el tiempo, su corazón se rompe pero al menos tiene uno y lo sabe, duele, pero pasa, alguien te extenderá la mano y vas a reir, otra vez y con ganas, hasta que te duela la panza y un brazo te esconderá en la noche y, entonces sí, amarás las escondidas, y estarás a salvo. El frío pasa y aunque el hielo no se derrita las hojas que cayeron darán lugar a otras nuevas. Todo va a estar bien, sólo caminá, por favor caminá, no hay otra forma.